Consideramos X=[0,1]\cup[2,3] y la aplicación f:X\rightarrow\mathbb{R} dada por f(x)=-1 si x\in [0,1] y f(x)=1 si x\in [2,3]. Esta aplicación es ¡continua!. Consideramos la ecuación f(x)=0 y buscamos soluciones en X. Está claro que no hay soluciones.
Consideramos ahora X=[0,1] y f:X\rightarrow\mathbb{R} definida por f(x)=x^2+x+1. De nuevo f es continua y si queremos buscar soluciones de f(x)=2, podemos hallarlas simplemente resolviendo la ecuación.
Modificamos este ejemplo, cambiando f por f(x)=\sin(\pi x/2)+e^x-1 y con la misma ecuación f(x)=2. Lo primero, e importante, es decir que uno no puede probar la existencia "resolviendo" la ecuación, ya que es imposible. Sin embargo, el valor de f en los extremos de X es f(0)=1 y f(1)=e>2. Aunque uno no sabe dibujar la gráfica de f, sabemos que f une el punto (0,1) con (1,e) y como no podemos levantar el lápiz del papel, en algún momento cruzará con la recta y=2 (puede que incluso varias veces), probando que la existencia de solución. Ver el dibujo.

Lo que hay detrás de la existencia de soluciones es: 1) X es considerado un espacio topológico, en este caso, con la topología usual (¿dónde se ha usado?), 2) f es continua y 3) el hecho de que X está formado por un único "trozo", a diferencia del primer ejemplo.
La conexión estudia, en cierta manera, los "trozos" de que está hecho un espacio topológico.